Mirar al Sur / Noticias
RR HH - Voluntariado de Verano
Noticias enviadas por los Voluntarios/as de Verano, directamente desde el Sur: India, Bénin, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Etiopía, Guinea Ecuatorial, Mozambique, Rwanda, Tchad, Togo, Argentina, Guatemala, Nicaragua, Perú.
El sábado 9 de agosto partíamos hacia nuestro siguiente destino: Mulukuku. Con mucha pena dejábamos atrás la que durante una semana había sido nuestra casa en Ubú Norte, y nos despedíamos de Dolores, Nora, Juan, los coordinadores y la pequeña Ada Nellys, a la que tanto cariño cogimos.
El Padre William y Ricardo, uno de los coordinadores de Mulukukú, vinieron a buscarnos. Al llegar a Mulukukú lo primero que se ve es la gran torre junto a la Iglesia diseñada hace unos años por el Hermano Tirso (al que desde aquí aprovechamos para mandar muchos recuerdos). Y ya en la casa cural pudimos admirar el resto de la obra: la gran Iglesia y la capilla, ambas diseñadas también por Tirso. El padre William nos estuvo explicando el resto de proyectos, algunos de ellos también en marcha: un salón parroquial, habitaciones con capacidad para más de 120 personas, un comedor y una nueva casa cural.
Saludos desde el cono sur a quienes van siguiendo las colaboraciones de PROYDE en este verano del 2016. Por aquí seguimos Amanda, David, Oscar y Luismi, y desde esta “Misión Francisco de Assis” que gestiona la Asociación ESMABAMA, os enviamos un abrazo solidario, ahora que las distancias son tan relativas.
La vida habitual por aquí, sigue su curso normal: estamos rodeados de chicos y chicas todo el día en el centro de estudios (para más de 1000) o en el internado (de más de 500). No falta tampoco, el movimiento constante del hospital o el funcionamiento de la Escuela Agraria. En medio de la nada, a campo abierto, esto es un cúmulo de vida que se mueve y germina futuro.
Nuestro grupo sigue bien, y ya a mitad de nuestra estancia en el país, con una curiosa sensación del tiempo. No es mucho lo que ha transcurrido, pero nuestra sensación es la de ir entendiendo mejor la realidad en que estamos: hasta bromeamos un poco en la lengua local, el Ndao, a parte del portugués.
¡Por fin llegó la tan deseada lluvia! A pesar de estar en la estación más húmeda del año, no había llovido lo suficiente para poder tener una buena cosecha. Por eso, fue un motivo de inmensa alegría compartida.
Con la lluvia, nuestro trabajo se modificó. Se comenzó a preparar los campos del CFR de Tami con el tractor, para posteriormente ararlos con los bueyes y sembrarlos. Un trabajo compartido, como una gran comunidad.
También tocó la matanza del cerdo con su posterior despiece y envasado en piezas para su venta.
En todas estas actividades, como en otras que hemos tenido a lo largo de la semana con las personas del lugar, te das cuenta que la diferencia cultural y el no saber un idioma no es dificultad para que la comunicación surja entre las personas. La acogida que hemos tenido es enorme, con lo que es facilísimo comunicarnos, porque hay un interés común por compartir, aunque a veces sea a través de gestos.
Decíamos en la crónica anterior que "Ya estamos en casa". Efectivamente nos hemos instalado en esta nuestra casa prestada: comedor y cocina; habitaciones para el descanso con su baño completo; terraza para leer, escribir, pensar, convivir, escuchar la sinfonía del sonido de los pájaros desde el amanecer al anochecer o disfrutar contemplando la frondosidad verde de los árboles o acariciando el frescor del agua de lluvia; capilla para rezar y meditar; cuarto de lavadora, tendal al aire libre y a cubierto y mesa de planchado.
Espacio para juegos deportivos con su campo de fútbol y de críquet, cancha de voleibol, zona de mantenimiento corporal: paralelas, pesas, barra fija...
La mañana se inicia con un suculento desayuno en el que no falta un huevo a la plancha, tostadas, fruta, té y... arroz, chapatis y demás similares.
Después de un tranquilo fin de semana de visitas por Dapaong, presentaciones y primeras tomas de contacto, comenzamos nuestra labor solidaria en el Centro de Formación Rural de Tami, al norte de Togo.
Nuestros cometidos aquí son muy dispares: con los más pequeños están Iago y Xoán, que se encargan de ayudar en lo que pueden y jugar con los demás niños de la escuela. Después está Adaia, que se ocupa de los niños y niñas de la guardería.
En cuanto a los adultos, por el momento Teo y Pilar están podando varios árboles y trasplantando otros cuantos a pequeñas bolsas para replantarlos por los límites de las parcelas y así evitar, en la medida de lo posible, la gran erosión provocada por las lluvias torrenciales que caen en esta época el año.