Mirar al Sur / Noticias
Emergencia en Mozambique, ciclón Idai
Miércoles 27 de marzo de 2019
Queridos amigos,
Volvimos hoy de nuestro viaje a las Misiones. Fueron tres días muy difíciles, tanto física como emocionalmente. El primer día sobrevolamos la Misión de Barada con el helicóptero y encontramos una destrucción por encima de nuestras expectativas. Los niños y los adultos nos llamaron para aterrizar, pero ya era tarde y el helicóptero tuvo que regresar al aeropuerto de Beira para abastecer. Este reconocimiento nos sirvió para comunicar las necesidades a la Misión a las Naciones Unidas y al INCC (Protección Civil Mozambiqueña).
Desafortunadamente, ellos no tenían información sobre la Misión ni de las cerca de 1.000 personas que estaban allí: alumnos, profesores, enfermeros con sus familias y las comunidades completamente aisladas y sin comida. Al día siguiente, cuando aterrizamos en el campo de fútbol de la Misión de Barada, y con un teléfono vía satélite, el Sr. Harald, de Cáritas Austria, envió las coordenadas al helicóptero del WFP (Programa Mundial de Alimentación), que trajo 1,8 toneladas de alimentos (arroz, frijoles, comida para bebés, galletas energéticas), que servirán sólo para los próximos cuatro días.
Leer más… Viaje de reconocimiento a las Misiones de ESMABAMA
El día 5 de diciembre es la fecha marcada por la ONU para recordar la importancia y la necesidad de la acción voluntaria en todas las sociedades, pero especialmente en lo que se relaciona con los países empobrecidos.
En el Mensaje de António Guterres, Secretario General de la ONU, para este día del Voluntariado de 2018, recuerda que “en el mundo hay alrededor de 1000 millones de voluntarias y voluntarios, que dedican su tiempo, sus aptitudes y su dedicación a hacer de él un lugar mejor. […] Por su diversidad de funciones y su dinamismo en la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el voluntariado merece recibir un apoyo firme de los Gobiernos y otras partes interesadas. En este Día Internacional, doy las gracias a las voluntarias y voluntarios por sus esfuerzos para no dejar a nadie atrás.”
PROYDE se une a ese reconocimiento y al apoyo de todas las personas voluntarias que en su Voluntariado Local y, algunas, en su Voluntariado Internacional hacen posible que este mundo sea un lugar mejor. En PROYDE somos conscientes de que aportamos una pequeña parte a esa cantidad de personas voluntarias y a este cambio del mundo, desde su Misión, Visión y Valores. Pero también sabemos que todos y todas somos importantes.
Los últimos días en Nagapattinam han sido especialmente intensos, de esos que no se olvidan. El domingo por la mañana vimos nuestra obra acabada (¡por fin!), y empezamos a entender un poco mejor que todo estaba a punto de terminar. Sin embargo, en ese momento lo único que podíamos sentir es orgullo al ver el cole luciendo espléndido y con un nuevo y colorido comedor donde los más pequeños podrían disfrutar de sus tiempos libres. Por la tarde, el H. Reegan nos dio indicaciones claras de descansar para estar listos para los días que vendrían, donde seríamos protagonistas de momentos emotivos que se grabarían en nuestra memoria y corazón para siempre. Pese a ello, después de comer hicimos una pequeña salida al supermercado más cercano para comprar productos que llevar a nuestras casas e incluso regalar a nuestros seres más queridos, y poder así recordar cómo sabe a hogar la India.
El lunes tuvimos la suerte de pasar toda la jornada de clase en clase, recordando una vez más las canciones que han sido banda sonora de nuestra experiencia y jugando con los niños. Lo que hiciéramos era una excusa, ya que el mayor regalo era poder pasar tiempo con ellos, abrazarles y ver esas sonrisas tan puras y la emoción en sus ojos negros una vez más. Antes de la cena, dejamos las maletas a un lado (ya desempolvadas al sacarlas de debajo de la cama) y fuimos a celebrar el cumpleaños de Arun, uno de los estudiantes del cole. Y ahí estábamos nosotros, en su casa junto con toda su familia, como invitados de honor, comiendo pastel y otros postres típicos de la región y compartiendo un momento tan mágico sin apenas entendernos. La hospitalidad de la India nunca ha dejado de sorprendernos, y creo que nunca dejará de hacerlo. Por la noche, vivimos un momento de compartir con los Hermanos de la Comunidad, que nosotros ya sentimos casa. Fue un momento de agradecimiento y de poner palabras a lo que ha supuesto esta experiencia para cada uno de nosotros. Un momento que dejaba entrever las primeras lágrimas de despedida.
Ha pasado un mes desde que llegara a la India por segunda vez en este verano de 2018. En estos momentos ultimo ya los detalles finales antes de emprender mañana el vuelo de regreso a España. Es tiempo para reflexionar, para evaluar y para agradecer por todo lo vivido. Sin embargo, esto no pretende ser una crónica final al uso; más bien un conjunto de pensamientos que en estos instantes se agolpan en mi cabeza y a los que trataré de poner orden según avance la redacción. No puedo prometer nada en cualquier caso: los autores sudamericanos que me han acompañado durante este tiempo han hecho mella en mí y la soltura de su prosa rebosante es contagiosa.
Si he de ser sincero, esta nueva aventura india se fraguó sin saber muy bien las razones. No quiero que se me entienda mal: sabía que tenía que volver, alguna fuerza misteriosa me empujaba desde la hondura de mi ser a retomar lo que el año pasado quedó inconcluso, al menos en mi corazón. Creo que a día de hoy puedo ponerle nombre a ese viento voraz que sacudía mis entrañas: se llamaba incomprensión. Aquello que vi, que sentí, que experimenté, no acertaba a encajar de ninguna forma en los esquemas que modelan mi mundo. Resultaba incomprensible la cifra ingente de personas que dormían en la pobreza sobre el asfalto de Calcuta; incomprensible que niños de siete años dependiesen de la caridad de una institución para poder disponer de tres comidas de arroz diarias; incomprensible que personas se vieran abocadas a su día último por falta de un paracetamol o un ibuprofeno. Pero todavía más incomprensible resultaba el silencio y la inacción de aquellos que hemos nacido en la parte materialmente privilegiada del mundo y hemos sido educados en una cultura que paulatinamente aniquila, sin invertir demasiados esfuerzos en encubrirlo, nuestras conciencias.
Nada más comenzar nuestra nueva semana nos dimos cuenta de que la improvisación y la incertidumbre de estos días atrás, y de la que ya os hemos hablado, han quedado en un segundo plano. ¡Por fin empezamos a pintar! Las brochas y la pintura, azul y amarillo en representación de La Salle, han sustituido muchos de los talleres y juegos que compartíamos con los niños; aunque aún disfrutamos de momentos, abrazos, risas y cosquillas colándonos en el cole entre brochazo y brochazo. De alguna forma, nos ayudan a recargar pilas para superar esta rutina de trabajo. También ver los resultados de todos los días pasados aquí, codo con codo con los obreros, nos anima a seguir implicados al máximo con nuestro proyecto.
De nuevo, otro cumpleaños a celebrar. Esta vez la mayoría de edad de Alex, uno de los miembros del grupo. Desde primera hora de la mañana teníamos claro que queríamos que se sintiera como en casa así que, aprovechando que le tocaba la ruta del bus escolar, decoramos su habitación para darle una sorpresa. Pancarta, globos, algo de música... ¡y listo! Siguiendo los deseos del cumpleañero, los Hermanos volvieron a deleitarnos con una gran cena de comida india, a lo que sumamos una rica tarta de chocolate que, con un poco de imaginación, seguimos saboreando. Como broche final, un doti (faldita india muy masculina) de regalo.
Leer más… La obra tiene que estar terminada para nuestra vuelta
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