Dicen que cuando el hambre aprieta, sobran los cinturones, lo que en el caso de los pobres, suele tener un patrón común, que es el de la escasez.

Si bien es cierto que hay campañas que merecen la pena, no lo es menos que algunas lo merecen más. De modo que consciente de esta prioridad, la organización no gubernamental para el desarrollo, PROYDE, llevó a cabo una iniciativa de firmas encaminadas a concienciar a los habitantes del Nalón de la necesidad de sumarse a una causa que nos concierne a todos.

Siempre se dijo que el mundo estaba dividido entre ricos y pobres, aunque sería más exacto apostillar que la verdadera división de la especie humana viene dada por el número de calorías que ingiere cada cual.

La campaña del colectivo no gubernamental concluyó con la lectura de un comunicado en el parque de La Felguera, en el que se explicaron los motivos de dicha iniciativa, que estaba encuadrada dentro de los objetivos del milenio de la ONU de lucha contra la pobreza.

La falta de comida es un mal endémico, y, además, de difícil arreglo, sobre todo a la vista de lo mal que sueltan los euros los países que están en la primeras filas del avituallamiento.

Las estadísticas que hacen referencia a la cesta de la compra, hablan siempre de un gasto medio por habitante, aunque siempre aparecen los mismos, es decir, los que aún tienen fuerza para cogerla por el asa.

Puestos a pedir un regalo a los Reyes Magos, no estaría mal que todos nos uniéramos al escribir la carta, de modo que sus majestades de Oriente trajeran toneladas de comida. Aunque dudo mucho de la salud de los camellos, vista la cantidad de millones de kilómetros que tendrían que recorrer para satisfacer tantos estómagos vacíos.

Gracias Javier G. Cellino y a El Comercio Digital por este comentario.