Nos hemos despertado la mañana del martes 3, de madrugada, para embarcarnos rumbo a nuestro siguiente destino. Tras dos aviones y unas cuantas horas, hemos llegado al aeropuerto de Madurai, donde el Hermano Inego nos estaba esperando.

Ya nos quedaba poco tiempo para llegar a nuestro hogar del Sur. Al llegar, todos los chicos nos estaban esperando entusiasmados, con muchas ganas de conocernos y preguntarnos un montón de cosas. Lo primero que hicieron, por supuesto, fue ofrecernos su ayuda con las maletas. Ahí pudimos comprobar la hospitalidad de la gente de este lugar.

La acogida que hemos recibido no pudo haber sido mejor. En el suelo habían pintado de colores la palabra “Welcome”, nos habían comprado unos collares de flores para cada uno y algunos de los chicos habían preparado un baile, que representaron después de hacer una oración en la que dieron las gracias por tenernos aquí.

Al comienzo, los chicos se mostraban tímidos, pero tras unos días, habían cogido la suficiente confianza como para jugar con nosotros y nosotras, hacernos bromas y buscarnos cada vez que tenían tiempo libre. Disfrutamos de cada momento que podíamos pasar con ellos y con los hermanos, quienes también estaban muy contentos por tenernos aquí.

Las obras empezaron al segundo día, comenzamos con la retirada del tejado y mucha energía por nuestra parte. La segunda semana la comenzamos estrenado las chatis, las que serían nuestras mejores aliadas durante el mes que nos quedaba por delante. Los primeros días las cogimos con muchas ganas, después de todo lo que nos habían contado sobre ellas ¡ya nos apetecía probarlas! La ilusión se nos pasó rápido, dos días nos duró…

Durante el fin de semana, los Hermanos nos han llevado a conocer diferentes lugares. El sábado, nos han enseñado varios colegios y comunidades cercanas, varias iglesias y hemos conocido a muchos Hermanos de La Salle que estaban en un retiro y nos han contado muchas cosas sobre el lugar, todos con mucha alegría y una acogida increíble. El domingo, hemos visitado varias cascadas a las que la gente va a bañarse y nosotros hemos podido disfrutar de una de ellas con un refrescante baño que nos sentó de maravilla.

Hemos disfrutado de estos primeros días en Mangalagiri, conociendo a sus encantadores habitantes y sus rincones. Continuamos viviendo nuestra aventura, pronto conoceréis más sobre nuestra experiencia.