Este país no deja de regalarnos momentos maravillosos, estamos encantados "mirando al sur" y aunque extrañamos con morriña a todos los que tenemos en España, lo cierto es que no echamos de menos nada... Suponemos que es difícil explicar -pero aún es mas difícil entender- que nos sentimos como en casa aunque estemos a más de 10.000 km de ella...

La semana ha transcurrido a ritmo normal, con mucho sol y mucho chatti (instrumento que atizamos para llevar arena, cemento.., como si fuera una palangana) pero agradecidos siempre de poder vivir esta experiencia. El miércoles los hermanos nos brindaron la oportunidad de poder visitar por la mañana la leprosería cercana que dirigen unas religiosas entre las cuales se encuentra una religiosa española, la hermana Josefina, que lleva en la India 50 años y, aunque dice que se le olvida el español, nos estuvo contando aventuras de su vida con acento extremeño encantador. Conocer a una persona así es una de esas cosas por las que hay que dar gracias a Dios. A sus 85 años, mantiene la capacidad de bromear. Su cuerpo débil y gastado por los años, tras toda una vida de dedicación por y para los pobres, contrasta con sus ojos despiertos, y con sus manos llenas de amor. Otra hermana nos dio una vuelta por la leprosería, en la hay casi un centenar de internos alojados, después de que sus familias los abandonaran porque no quieren hacerse cargo de ellos. Algunos de los residentes realizan tareas, como fabricar velas, que luego venden a las parroquias de Tamil-Nadu, y así sacan un dinero que viene bien para el mantenimiento de la casa. La hermana Josefina nos las enseñó orgullosa (pues ella es la encargada) y compramos algunas. Conocimos a otro residente que, a pesar de tener sus dedos carcomidos, es capaz de seguir pintando cuadros en los que deja brotar todo la belleza que lleva en el interior. Nos fuimos impactados por todo lo que vimos en este lugar.

Por la tarde, otra acontecimiento extraordinario. Vinieron al colegio 26 franceses, que están residiendo en la comunidad de Mangalagiri, a jugar un partido de fútbol con los alumnos de Tuticorin. En Tuticorin estas cosas se viven como una fiesta especial, y salio en los medios locales, tanto en prensa como en televisión. Al final ganaron los franceses en un partido reñido que se resolvió a penaltis.

El jueves, después del trabajo, el párroco del barrio de pescadores nos invitó al centro de apoyo escolar que la parroquia organiza. Es lo que se llama un Tuition Centre, en el que 4 profesoras que colaboran de manera desinteresada.

El fin de semana fue tranquilo porque no hicimos ninguna salida especial. También se agradece a veces poder quedarse tranquilamente en casa, leer, charlar, descansar... Nos vino bien para preparar talleres y otros asuntos de cara a la semana siguiente. Como acto extraordinario, porque aquí parece que siempre están organizando algo, hubo un mini torneo de fútbol entre clubes de Tuticorin, con gran asistencia de público a pesar de que era en horario nocturno.

La vida sigue en India, y nosotros seguimos viviéndola y es que nos engancha cada día más...

Un abrazo

Germán, Lucía, José Manuel y Aida