Tres burgaleses participan con un grupo de voluntarios de la Organización No Gubernamental (ONG) PROYDE, vinculada a La Salle, en un proyecto de verano en la India

diariodeburgos.es
F. Trespaderne / Burgos

Hermano Jesús, María, Hermano Britto, Fátima y Eduardo durante un receso en las actividades.«Mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo», es la máxima que intentan poner en práctica sobre el terreno los socios y voluntarios de la ONG PROYDE (Promoción y Desarrollo), organización no gubernamental ligada a los centros educativos La Salle... y muchas veces lo consiguen.

Tres burgaleses, María Ramos, Eduardo Izquierdo, y Fátima Sagredo, junto a los zamoranos H. Esteban de Vega y Raúl Sánchez y la gijonesa Laura Fernández, antiguos alumnos del colegio La Salle, profesores y voluntarios de PROYDE, han hecho realidad uno de sus sueños: «cambiar el mundo», o cuando menos la visión que de él tenían y especialmente de los más de cien alumnos, muchos de ellos huérfanos, del centro de formación profesional St. Pius X Boy’s Town, en Madurai (India).

 
Tanto en Burgos como en los demás colegios de La Salle los alumnos son partícipes, desde Primaria y hasta que dejan el centro, de un «Plan de Educación en la Justicia» con el que se intenta acercar a los estudiantes a distintas realidades sociales y hacia la labor de voluntariado. PROYDE lleva a cabo numerosos proyectos en países empobrecidos, como el de la India, en el que han cooperado estos jóvenes durante el verano.

 

«Los proyectos siempre están ligados al mundo de la educación, promoción y desarrollo, desde la catequesis a la mejora de instalaciones o apoyo escolar», afirman Eduardo y María, quienes todavía mantienen frescas en la retina de su memoria imágenes irrepetibles de su estancia en la India.


Además de un proyecto educativo, este grupo de voluntarios trabajó durante el mes de julio en la mejora de las instalaciones del centro y, lo que es más importante, participó en varios talleres con estos alumnos, de entre 15 y 21 años, que están internos en este centro La Salle y que se preparan para acceder al mundo laboral a través de una prueba de acceso estatal y de los acuerdos que los Hermanos tienen con empresas del país.

Boys’ Town es una de las primeras obras que los Hermanos de La Salle comenzaron en la India hace ya 45 años y acoge en régimen de internado, totalmente gratuito, a chicos de familias con pocos recursos económicos.

La labor de este grupo de voluntarios españoles se centró en la rehabilitación como enfermería de una de las casas en las que viven estos estudiantes. «Levantamos el suelo, sacamos escombros, lijamos las paredes y pintamos; este trabajo lo hacíamos por la mañana y luego, por la tarde, estábamos con los chicos realizando talleres, juegos, practicando deporte y cantando, les encantaba oírnos cantar en castellano», apuntan Eduardo y María, para quienes el idioma no fue un obstáculo para llegar a ellos, «la comunicación fue siempre muy fácil; en muchos casos, va más allá del lenguaje... su mirada lo decía todo».

La jornada finalizaba compartiendo una oración, y luego, después de la cena, los voluntarios disfrutaban de un rato con la comunidad para planificar el día siguiente y también las visitas a otras obras que tienen repartidas por el país, en concreto en el estado de Tamil Nadú. «Lo importante para ellos no era tanto nuestra colaboración llevando arena o ladrillos sino el conocimiento de sus realidades, proyectos y el trabajo que allí realizan», apunta María, quien considera que «el simple hecho de que Occidente se preocupe por lo que están haciendo en la India es importante», y por eso los fines de semana los aprovecharon para visitar otros centros y obras de La Salle en la India, donde tomaron contacto con una realidad que conocían únicamente a través de las experiencias de otras personas vinculadas a PROYDE.

Pero si importante es la labor que realizaron sobre el terreno no menos lo será la que comienza ahora, a su regreso. «La experiencia con la cultura de la India, con sus gentes, colores y olores, ha sido maravillosa», señala María. Para Eduardo, este viaje le ha ayudado «a mirar la realidad, tu entorno y el mundo con otra mirada. El hecho de conocer la realidad de la India y ver cómo trabaja Proyde, junto a los Hermanos de La Salle, te hace cobrar más ilusión y poner más empeño en la labor, en mi caso educativa y ligada a la Educación en la Justicia que llevo a cabo en el colegio».

Desde niños, María y Eduardo, al igual que el resto de voluntarios, han estado ligados a las campañas Proyde y por eso ver a qué se destina el dinero recaudado en España, «te llega al corazón porque el rostro y el proyecto de vida de los chicos que allí conoces te hace pensar que realmente merece la pena el esfuerzo que se hace desde aquí». Visitar la India, lugares como Nagapathinam, desolado tras el paso de un tsunami, o la escuela de San James, en Suranam, ha dejado una profunda huella en este grupo de voluntarios que ya está pensado en una nueva acción, esta vez en África.


Ya en Burgos, a estos voluntarios solo les queda resaltar la gratitud que de toda esa gente recibieron en su experiencia veraniega, «y devolvérsela con muchas cosas pequeñas» afirman, a la vez que se despiden con una palabra que cada día cobra más valor en la vida de los cooperantes ‘nanri’, que significa gracias.